
La pandemia y el confinamiento por el coronavirus que causa el COVID-19 altera el ánimo de cualquiera, pero afecta de forma muy especial a quienes sufren enfermedades mentales. “En personas ya diagnosticadas de ansiedad (que es una mala gestión del miedo) y de depresión (que es una mala gestión de la tristeza), situaciones como la que vivimos agravan por lo general los síntomas”, confirma Juan Castilla, psicólogo clínico y experto en inteligencia emocional. En estas personas hacen mella con mayor facilidad los “sentimientos de soledad, miedo, incertidumbre o tristeza”.
Quedarse en casa es la prioridad, tanto para cortar la transmisión del virus como para evitar el colapso de los hospitales y ambulatorios. “El paciente con alguna enfermedad mental diagnosticada que note un claro empeoramiento -más allá del esfuerzo de adaptación que todo el mundo experimenta en esta situación- puede llamar a su centro de salud mental para solicitar una consulta telefónica.
La SEP resalta que las personas pueden reaccionar de muy diversas maneras ante situaciones estresantes como la actual y advierte de la conveniencia de llamar a su centro de salud para valorar si precisan atención especializada a aquellas personas que hayan experimentado durante más de 15 días reacciones de ansiedad, preocupación o miedo en relación a alguna de las siguientes circunstancias:
- Tu propio estado de salud.
- El estado de salud de otros a los que hayas podido contagiar.
- La preocupación de que tus familiares y amigos tengan que hacer cuarentena como consecuencia de haber estado en contacto contigo.
- La experiencia de estar en auto-observación u observado por otros por síntomas y signos de haber contraído la infección.
- La percepción de que estás restando tiempo a tu trabajo por este proceso, con la consecuente pérdida de ingresos y de seguridad.
- La necesidad de tener que prever el abastecimiento de alimentos y cuidados médicos.
- La exigencia de atender a tus menores y familiares a cargo.
- La incertidumbre o frustración sobre cuánto tiempo durará esta esta situación.
- La soledad asociada con el sentimiento de haber sido excluido del mundo y de tus seres queridos.
- Malestar o rabia al pensar que has sido contagiado por la negligencia de otros.
- La preocupación de ser posible vector y contagiar a otros, incluyendo a personas cercanas.
- El aburrimiento y frustración de no estar conectado a la rutina habitual de tu vida.
- El mayor deseo de beber alcohol o consumir sustancias de abuso para afrontar esta situación.
- La aparición de síntomas depresivos como desesperanza, irritabilidad, cambios en el apetito o alteraciones del sueño.

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